En el último tiempo, motivados por el surgimiento de nuevas plataformas de aprendizaje e impulsados por los cambios que introdujo la pandemia de COVID-19, muchos estudiantes se volcaron hacia las modalidades online o híbridas.
Esto tiene una enorme ventaja: el estudiante es cada vez más protagonista de su propia formación, decidiendo tiempos dedicados al estudio y horarios con mayor libertad. Por el otro lado, obliga a las instituciones educativas (especialmente a las más tradicionales) a revisar constantemente el modelo de estudio que proponen a la luz de nuevas tendencias.
Como consecuencia, la manera en la que pensamos los procesos de captación, enrollment, permanencia y graduación tiene que poder adaptarse a las particularidades de jóvenes y adultos que demandan un valor adicional en la propuesta educativa que eligen.
La importancia de la comunicación
El aprendizaje mediado por tecnologías introduce ciertas particularidades e invita constantemente a pensar estrategias para sortear las limitaciones de la distancia y la falta de interacción con la comunidad educativa.
En este contexto, puede resultar sencillo pensar que a mayor cantidad de mensajes y canales disponibles, mejor será la comunicación con el alumno. Esto no es del todo cierto, ya que lo que importa, especialmente en los espacios virtuales, es la calidad de esas interacciones y el valor de las conversaciones que proponemos.
1- Asignar tiempo para un onboarding completo: tómate el tiempo para ayudar a los estudiantes a comprender cómo funciona el ambiente de aprendizaje y qué actividades deben hacer. Si hay elementos que no pueden identificar o utilizar, probablemente pierdan rápidamente el interés.
2- Evitar replicar modelos y contenidos: es un error asumir que la estructura de una clase presencial puede implementarse de la misma manera en un ambiente virtual. La tecnología abre la oportunidad de usar diferentes recursos y narrativas, y lo más importante: permite medir, corregir y volver a experimentar.
3- La importancia del feedback: si la universidad no conoce las necesidades de sus estudiantes, ¿cómo puede ofrecerles valor? Mantener abiertos foros, grupos de debate y espacios para el feedback permitirá conocer los puntos de interés y de dolor de cada persona, para así poder actuar rápidamente en función de las necesidades individuales.
4- Fomenta la construcción de una comunidad: al reducirse los espacios presenciales, también se reducen los espacios de interacción entre pares. Es importante que las modalidades online o híbridas contemplen instancias de trabajo conjunto e intercambio de ideas entre los estudiantes.
Mejorar el student journey: la clave para lograr un impacto positivo
La innovación en la manera en la que conectamos con los estudiantes es fundamental: actualmente, son ellos quienes están impulsando los cambios más radicales y volcándose hacia modalidades blended. Aquí cabe preguntarnos, ¿realmente les estamos entregando valor? ¿Estamos preparados para cubrir las necesidades de nuevas generaciones de alumnos que ya no responden a las propuestas educativas tradicionales?
De acuerdo con una encuesta realizada por Google presentada en el Global Silicon Valley Summit 2020, el 55% de los estudiantes de 18 a 24 años esperan que las modalidades de aprendizaje híbridas continúen en el período posterior al COVID-19 (BCG Analysis).
Por eso, la tecnología necesita ser más que una facilitadora para abultar las cifras de enrollment. Es una oportunidad para que las instituciones puedan volverse más ágiles y eficientes en la entrega de una formación superior que verdaderamente responda a las necesidades de la sociedad en la que se inserta.
Ciertamente, la pandemia no solo despertó una gran demanda de aprendizaje virtual, sino que nos plantea la necesidad de buscar formas más abiertas, creativas e innovadoras de impartir educación. Cada vez más instituciones alrededor del mundo consideran la importancia de un modelo data-driven para tomar decisiones, mientras los estudiantes demandan cada vez mayor personalización.
Precisamente por eso es importante no perder de vista que a mayor cantidad de herramientas tecnológicas, no necesariamente quiere decir mejores resultados. Pensar estratégicamente, motivar a los estudiantes y conocer cada etapa de su recorrido académico nos permitirá identificar necesidades y optimizar recursos.
Mientras más apostemos al uso estratégico de las tecnologías, más datos tendremos disponibles para analizar e implementar acciones que respondan a una mejora en cada instancia del ciclo de vida del estudiante. La tecnología, en sus diferentes aplicaciones, tiene un enorme potencial para ayudarnos a crear más y mejores experiencias de aprendizaje con el foco puesto en la persona.
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